domingo, 22 de marzo de 2020

CUÉNTANOS CÓMO LO LLEVAS

Hola chicos y chicas, vuestros maestros y maestras del CEIP Gil López esperan que llevéis bien el confinamiento en casa. Aguantad un poquito más que ya falta menos para regresar al cole y volver a vernos. Os animamos a seguir aprendiendo desde casa. Esta semana nos gustaría que escribiérais un cuento, una redacción, una carta, un poema, o incluso un diario en el que nos contéis cómo estáis viviendo estos días en casa. Sabemos que sois unos campeones/as y estamos más orgullosos que nunca de vosotros. Podéis enviarnos vuestros trabajos al siguiente email:

ceipgillopezviso@gmail.com


y subiremos al blog los que más nos gusten. Un beso y mucho ánimo que todo saldrá bien y nos veremos muy pronto. Un saludo.

El maestro Pedro, como ejemplo, nos regala este pequeño cuento por si os sirve de ayuda. Gracias por la sensibilidad y la genialidad que demuestra con su palabra...



 La mañana se tornaba fresca aquel día de finales de Abril. El sonido de los coches empezaba a oírse por las calles del pueblo. Desde la calle se podía escuchar incluso a los gallos cantar en los campos de la estepa sevillana de alrededor del Viso del Alcor.
Fernando llegó al colegio y abrió la puerta del aparcamiento. Se dirigió hacia el edificio y abrió la puerta principal. No pudo resistir la tentación de darse un paseo por los pasillos solitarios pensando en el tiempo que había estado cerrado. El colegio había estado huérfano de niños, de educación, de vivencias, de convivencias y de miles de anécdotas.
Desde lejos, el silencio matutino se vio interrumpido con la llegada de un coche rojo que estaba aparcando. Su ocupante bajó del vehículo y cogió de la parte de atrás a otra persona, más pequeña, más feliz y menos consciente de todo lo que había pasado. Martín cogía a su tía de la mano pero, a pesar de ser dos personas las que caminaban, ya se podían contar como tres.
Elena se dirigió a su despacho e intentó ponerse al día con la esperanza de no tener que cuadrar sustituciones pues quería tener ese día bajo el mismo techo a todos los gilopitos.
Tras unos minutos, por la puerta del colegio apareció un hombre elegante. Vestía un sombrero y era un amante de la buena vida y de los pequeños detalles. Un buen vino, una receta de cocina o una recomendación de un libro eran las conversaciones perfectas para tener con Antonio.
Comenzaron a llegar coches, mientras algunos profesores llegaron andando ese día al colegio. Uno de ellos fue el director Víctor, que traía como siempre a su tímida Daniela de la mano.
Empezaron a programar la vuelta al cole y a ponerse al día de todo el trabajo atrasado mientras con ansia esperaban a sus compañeros.
El aparcamiento ya estaba casi repleto y poco a poco empezaron a reunirse en la sala de profesores todos los compañeros que un día tuvieron que dejar todo para quedarse en casa.
El último en entrar en la sala de profesores fue Fernando y hasta que no entró y estuvieron todos, no existía la felicidad plena. Será porque no podían “aviarse con un tonto menos”
Multitud de conversaciones simultáneas se estaban llevando a cabo en ese momento y en ese lugar minutos antes de las nueve de la mañana.
-El Cristo de la Cárcel ha hecho que estemos hoy aquí - decía Sole
-Pues yo tengo ya el vestido para la Feria de Mairena de Septiembre -dijo Mari Carmen.
- Mira, te voy a decir una cosa, ¿eh Antonio? Dame la receta del bacalao ese que pusiste en el grupo- pidió Susana con guasa.
-Pues en Zaragoza ha nevado en abril- dijo Miriam
-Yo este fin de semana me voy a Noruega, me lo ha regalado Juanito- decía Alicia
Nadie podía hacer sentir mal a Juan, ni a los béticos ni a los sevillistas pues no había habido fútbol en estos días.
Sobre un antiguo mapa de Andalucía había fotos de niños y niñas vestidos de flamencos y flamencas, porque el tiempo se había parado durante una temporada.
El timbre sonó y llegaron las nueve. Los gilopitos se pusieron su traje de faena: su sonrisa más grande, las ganas inmensas de ver a sus alumnos y de compartir momentos en el colegio. Ya se escuchaba a lo lejos el ruido de los niños, ya se volvía a oler a la comida inconfundible de Manolo y Fernando. El mundo se había parado, pero en aquel lugar y en aquel momento, el mundo comenzó de nuevo a andar.
No había sido una pesadilla. Todo había sucedido de verdad. Pero estos gilipitos eran superhéroes que supieron valorar a los compañeros de los que un día se tuvieron que alejar y descubrieron lo afortunados que eran de tenerse unos a otros y compartir esta bonita vocación que es enseñar.

5 comentarios:

  1. Bonito cuento....y ganas que se haga realidad, pero mientras nosotros nos quedamos en casa. Pronto nos veremos 🌈🌈

    ResponderEliminar
  2. Gracias pedro por este momento tan bonito que nos has dedicado. Pronto nos veremos con los pasillos llenos de vida, alegría y esperanza-



    ResponderEliminar
  3. Que bonito Pedro,con ganas d volver a la realidad, pero ya queda menos para volver,yo me quedo en casa.

    ResponderEliminar
  4. Muy bonito y emotivo cuento. Ojalá llegue pronto ese día en el que todos nos volvamos a reunir.

    ResponderEliminar